miércoles, 9 de octubre de 2013

Fidelidad y entrega a la luz de las enseñanzas de Abraham

Nos encontramos en días de peregrinación y reflexión, días que preceden a ‘Îd al-Adhâ (la Fiesta del Sacrificio), en conmemoración de la historia del profeta Abraham (paz y bendiciones)… Pero ¿dónde queda nuestra preocupación por la fidelidad que mostramos en nuestros actos? ¿Los llevamos a cabo desde el corazón o desde el cumplimiento con una tradición de más de 6000 años de antigüedad?  ¿Satisfacemos las necesidades de nuestro Ser? ¿Cumplimos con nuestra fidelidad al mensaje? ¿Qué consecuencias tendría la falta de conciencia en nuestra fidelidad para el trato con la humanidad como un todo? 

“Y, cuando éste alcanzó la edad de acompañarle en sus tareas le dijo: «Hijo mío, he visto en sueños que te sacrificaba. Considera tu parecer» Dijo: «Padre ¡Haz lo que se te ordena! Y si Al·lâh quiere, encontrarás en mí a uno de los pacientes»”. (Corán: 37/102) 

Tanto Abraham como su hijo manifiestan la entrega total al Señor de los Cielos y de la Tierra. Una sinceridad previa a este momento en que reciben un mandato divino con el que se reta esta fidelidad.
La historia culmina con la revocación del mandato, sustituyéndolo por otra revelación: el sacrificio de un cordero.

Pero es un momento glorioso que podría representar otros tantos en la vida de la humanidad. Momentos en los que nos encontramos en la encrucijada de decidir si ser y permanecer fieles a aquello que nos vertebra o satisfacer el antojo de las necesidades coyunturales. Momentos en los que tenemos que poner en una balanza nuestros intereses personales contrastando nuestra realidad con nuestros actos, sus consecuencias y la vía que queremos seguir. Un momento para reformar y cuestionar nuestras intenciones y las Motivaciones de nuestro trabajo.

La parábola nos deja con otro signo de la Generosidad, Rahma y Cercanía Divinas, al revocar un mandato con el que sabía que sus fieles cumplirían. Pero que quiere plasmar en los anales de la historia para contemplación y meditación de las generaciones venideras. Constituyendo una muestra más de Su Generosidad para con el género humano.

Tanto Abraham como su hijo manifiestan su certeza en su pertenencia a Dios, ya que no cuestionan Su mandato sino que lo obedecen. En nada cambiaría permanecer en el mundo o dejar de hacerlo, ¡pertenecemos a Al·lâh! Dios nos recuerda: me pertenecéis con todos vuestros actos, a Mí volveréis y no controlaréis vuestra existencia. Donador de la vida y la muerte que son el eje de esta, cualesquiera que sean las posesiones que el nuestro Ego materialista acumule, todas se desvanecen al decir que “mi vida y mi muerte pertenecen al Señor del Universo”. Tanto el profeta Abraham como su hijo optaron por la fidelidad en el cumplimiento con su deber, puesto que Le pertenecemos, ¡hagámoslo cuidando de nuestra fidelidad!

Nuestra sinceridad y responsabilidad nos llevan, por estas fechas, a esto: no puede haber fidelidad sin una preocupación real y constante por todos nuestros los seres creados. De repensar nuestra forma a la hora de gestionar esta enseñanza, traspasando las fronteras formales para alcanzar el verdadero espíritu de esa donación, recordaríamos que no puede haber fe sin preocupación por la humanidad. El profeta Muhammad (SAAWS) recomendó ofrecer un tercio del sacrificio habitual al finalizar esta semana de reflexión, a los necesitados y a quienes no puedan celebrarlo. No se trata sólo de mostrar solidaridad, ayudando a los necesitados, sino también de mostrar respeto ayudando a las personas a ser autónomas para liberarse de la caridad de los demás: son fechas para tener en cuenta temas como el hambre en el mundo, la necesidad de los necesitados,… celebrar la fiesta del Sacrificio no precisa del sacrificio en sí, sacrificarse invirtiendo en un rescate más humano, más englobador... manifestando explícitamente esa pertenencia a Él.

Tenemos que reformar y cuestionar las intenciones de nuestros actos haciendo que partan y amplifiquen el alcanza de nuestra fidelidad. Haciendo de cada obra, una de corazón.

Nuestra intención en esta celebración tiene que estar ligada al acto (en este caso la voluntad de los profetas Abraham y su hijo). Hacernos recordar y reflexionar sobre la enseñanza última de tal parábola para traspasar sus manifestaciones familiares, culturales, añadidos sociales… y alcanzar la Intención que nos motive a convertir este acto en espiritualidad sincera.

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