Oímos y leemos con demasiada frecuencia en la televisión, Internet, medios impresos, etc. A gente que dice haber leído el Corán y, por tanto, haberse acercado a su mensaje y esencia. Vemos que éstos se permiten opinar, a la ligera, sin conocer algunas nociones básicas del Islam, (como pueden ser al-islâm, al-imân, al-ihsân, as-shahâda o as-sharî’a) ni haber realizado antes una tarea esencial que satisfaga la adecuación de esos textos a un contexto (lo que rodea al texto) concreto y una época determinada.
Por otro lado, hay musulmanes que no se han planteado mucho estos conceptos y que se encuentran inmersos en una interpretación liviana que no distingue los aspectos culturales de los religiosos. Hecho peligroso por ambas partes. Que hace que nos sumerjamos en interminables coloquios que suelen tener a la exclusión, el totalitarismo, e incluso la excomunión, de protagonistas.
El discurso que aquí pretendemos desarrollar, debe responder primero al analfabetismo religioso tan extendido en los medios. Y segundo a ciertas preguntas de algunos musulmanes, escapando de conceptos que no atienen a lo que describimos a continuación, pues se trata de conceptos teóricos que han de trasladarse a la práctica para englobar un ser musulmán, junto con un cómo ser musulmán y que no se contradigan ni con las fuentes, ni con el terreno de aplicación de la fe.
Los especialistas del fiqh han querido con frecuencia reducir la noción de shari’a a su propio ámbito de especialización, es decir, exclusivamente al derecho. Otros ulemas, y especialmente los que estaban versados tanto en el derecho como en la mística, recordaban que el sentido de shari’a es mucho más amplio y que el tema remite literalmente a la idea del “camino que lleva a la fuente” que expresa la idea de “la vía”, abarcando más aspectos del Islam: al-‘aqîda (ciencia de la fe), al-fiqh (derecho y jurisprudencia), y a-tassauf (la mística). También querían volver a la visión englobadora y única que circulaba en la época del profeta del Islam, en la que la fe, la espiritualidad y el cumplimiento estaban movidos por el mismo y único aliento. Deseaban sobre todo oponerse a la visión esterilizante de aquellos, para quienes el Islam había acabado por reducirse a la primacía del derecho y de su aplicación. Para estos últimos, especialistas de al-fiqh y de las discusiones relativas a él, el derecho ya no era un medio para mantener la fidelidad al mensaje, sino se convertía en una finalidad, el Islam, que originalmente englobaba la fe, la espiritualidad y el derecho, se reducía desde ese momento a las prescripciones del derecho, a su codificación y a su glosa.
Estas discusiones nos han llevado muy lejos de la simplicidad original del Islam. Tenemos que volver a lo esencial y presentar las cosas de manera clara, sintética y que sobre todo nos haga encontrar la fuente del aliento único con cuyo impulso el Islam es a la vez una fe, un derecho y una mística. El Islam es uno y se basa en dos ejes esenciales ser musulmán y cómo ser musulmán.
Ser musulmán es dar testimonio de que se es portador de la fe en Dios en el corazón y en la mente, y que se reconoce la verdad de la revelación coránica y de su Mensajero: el testimonio de la shahâda es lo que hace entrar a un hombre o a una mujer en el Islam (no hay más Dios que Dios y Mohammad es Su enviado).
Cómo ser musulmán abarca el conjunto de las dimensiones de la acción que nos permiten permanecer fieles al testimonio de la fe, tanto en el plano íntimo de la labor espiritual y mística, como en el derecho y la jurisprudencia a nivel individual y colectivo.
El progreso en ambos ejes de as-shahâda (ser musulmán) y as-sharî’a (cómo ser musulmán) nos lleva a una elevación espiritual (tazkiat an-nafs). Esa progresión en el tiempo y en el espacio pasa por etapas como al-islâm, al-imân y al-ihsân.
Al-islâm o fiqh al-‘ibâdat: conocimiento del culto es la primera parte de lo que se llama al-fiqh al-islâmi (el derecho y la jurisprudencia islámicos).
Al-îmân: es un instrumento poderoso que tiene el ser humano para afrontar el reto de Al·lâh, para encarar el desafío contenido en las inmensidades que presiente en lo más hondo de sí y de la existencia entera. (A. Aya: El islâm no es lo que crees. Pág. 56).
Al-ihsân o excelencia: según su triple dimensión (íntima, individual y colectiva) vinculada a la acción humana, resultó: en su aspecto íntimo en a-tassauf (sufismo); en su aspecto individual en ‘ilm al-ajlâq (la moral, la ética, el buen comportamiento) y, en lo que concierne a sus aplicaciones colectivas, sociales, comerciales o jurídicas, en fiqh al-mu’âmalât (el conocimiento de las relaciones sociales, la segunda parte de al-fiqh al-islâmi).
Éstas son algunas de las nociones de las prescripciones islámicas que intentaremos desarrollar con más detalle en un futuro, con la constante ayuda de Dios.
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