No podemos hablar de una educación islámica sólo para los musulmanes. Al hablar de ella nos referimos a principios y a un marco de educación y enseñanza de nuestras juventudes y de nosotros mismos, no sólo a un nivel religioso, sino inspirándoles con herramientas que les/nos permitan contribuir en nuestras sociedades.
Tampoco puede haber un enfoque más íntegro de la educación cuando esta se limita a las esferas de la memorización teórica de conceptos que no tienen ninguna aplicación práctica.
Podríamos recurrir, para mayor comprensión, al estilo en que el profeta de Al·lâh, saaws, recibió Sus enseñanzas de forma gradual. Primero se introduce y afianza el concepto de At·tawhîd (unicidad de todo lo creado), siendo la base de la última Revelación. Y tras la realización de esta, se presenta un Rab o Instructor. Encontramos en árabe esta misma raíz en palabras como rabâ: educar o tarbia: educación. Al·lâh, Arrab insta al profeta en las primeras revelaciones a contemplar el contexto en el que se encuentra: “la gente que le rodea, el sol, la luna,…”. Educa al Rasûl desde la diversidad y el conocimiento (tanto el de la mente como el del corazón).
Desde nuestras propias experiencias, las comunitarias y asociativas consideramos que el enfoque educativo seguido hasta ahora por parte de las primeras generaciones de inmigrantes se ha caracterizado por:
- Contraposición cultural: la procedencia nacional de las primeras generaciones ha marcado la forma en que se ha entendido el papel que juega su condición musulmana a la hora de formar parte de la sociedad. Pues tuvieron la necesidad de embadurnar su Islam de una comprensión cultural que añoraban al sentirse cuestionados en un entorno nuevo e incomprensible. Lo cual hizo que la educación que plantaran estuviera condicionada por ese miedo al otro y su permanente contraposición con sus valores de origen.
- Falta de medios a la hora de afrontar el reto de educar: esta falta ha hecho que se aceptara cualquier idea o proyecto por el mero hecho de creer que la falta de actividad era peor que trabajar por plantear un sistema educativo aunque fuera a largo plazo. De hecho, se han copiado modelos y experiencias de otros países europeos o se plagian programas extranjeros.
- Intromisión de los países de origen: los países de origen de los inmigrantes invirtieron y lo siguen haciendo en la instrucción de quienes consideran compatriotas impidiendo así que desarrollaran visiones y políticas desde y para su estar aquí. Esto conllevó un vacío a la hora de definir la pertenencia y participación de los estudiantes en este, su entorno. Pues las clases de los fines de semana les aclaran poco sobre su identidad dejándoles caer en la simpleza de considerarse de fuera. Por otro lado, al estado español como albergador de diferencias, siempre le ha interesado esta intromisión extranjera ya que apoya esa noción histórica de islam = extranjero.
- Enfocar el aprendizaje del árabe como objetivo único de la educación islámica: las clases de árabe los fines de semana son una constrante. Se mantienen a pesar de que las nuevas generaciones no les den uso y evidencian otras necesidades educativas. Dejar estas de lado hace que las clases se limiten a mera coacción, puesto que no responden a las necesidades de los alumnos sino a la de sus preocupados padres
No pretendemos dejar de lado la lengua árabe ni su necesidad a la hora de comprender parte del corpus islámico. Pero sí que consideramos que este conocimiento no debiera dejar de lado el de la lengua española, más imperativa en estos momentos y lugares. Pues vemos cómo gran parte de la comunidad fija su atención en asimilar el islam al cristianismo. Y nos beneficiaríamos de emprender grandes esfuerzos (ÿhd) para desdibujar la simpleza de este símil, tanto para nuestros conciudadanos como para evitar el sufrimiento a nuestros hijos.
Teniendo esto en cuenta, la educación nos habría de proveer con principios que se adecuaran a nuestras necesidades en cada momento. Y en este notamos la necesidad de:
- Empoderamiento: se presenta como una característica esencial para poder tomar la decisión correcta haciéndonos al mismo tiempo, lo suficientemente fuertes para hacer frente a la realidad con el compendio de conocimientos y bagaje que hayamos adquirido a través de la enseñanza. Estar empoderados (mukal·lafîn) no es sólo contar con destrezas a la hora de tomar decisiones de forma acertada sino permanecer fuertes de corazón a lo largo de nuestros andares.
- Contexto: no puede haber una educación exitosa si esta no atañe ni está relacionada con el contexto en que se está impartiendo. Si atendiésemos a este les sumaríamos un valor añadido a nuestras jóvenes generaciones que podrán empezar a pensar en el entorno como un objeto de contribución y en una participación desde la responsabilidad que marca attaqwa.
- Libertad: que nos dispense de la libertad suficiente para ser lo que somos y del coraje para ser y hacer lo que realmente queramos. Gracias a este valor dejaríamos la postura del “simplemente sigue” lo que hace el resto y operaríamos sobre nuestros motivos derivados de esa conciencia en los actos que tantas veces nos recuerda nuestro Libro.
- Contribución: nos tiene que enseñar a amar la sociedad en la que vivimos. No podemos seguir considerándonos forasteros en una sociedad de la que formamos parte. Podríamos cambiar este sentimiento al participar de las actividades culturas del lugar en que nos encontremos: leer literatura más allá del Corán, visitar museos, compartir belleza con el resto de las personas (lo que no deja de ser una forma de `ibâda)… Queriendo de esta manera la cultura y gentes entre las que nos encontremos sin olvidar decirles que les queremos, cuando lo hacemos.
La situación de la comunidad evidencia una clara dificultad a la hora de dialogar. Esta falta de diálogo puede derivar también de la falta de una formación integradora que nos enseñe a lidiar con lo diferente. La diversidad es lo que realmente nos reta y no podemos seguir soportando el peso de dejarla a un lado, como si no existiera, con todo lo que desvela de nosotros mismos al afrontarla.
En este sentido, Al-Ghazâli pudo distinguir claramente entre el conocimiento, la comprensión del mismo y al-fiqh definiendo este último como la comprensión profunda de los propósitos de la sharî`a.
Por lo que dedicar nuestra educación, coloquios e intereses colectivos sólo a cuestiones jurídicas hace que cojeemos en otras dimensiones de participación que son igual de importantes para nuestra conciencia y coherencia.
En este sentido, Al-Ghazâli pudo distinguir claramente entre el conocimiento, la comprensión del mismo y al-fiqh definiendo este último como la comprensión profunda de los propósitos de la sharî`a.
Por lo que dedicar nuestra educación, coloquios e intereses colectivos sólo a cuestiones jurídicas hace que cojeemos en otras dimensiones de participación que son igual de importantes para nuestra conciencia y coherencia.
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