miércoles, 7 de septiembre de 2011

Diálogo interreligioso: Aleyas con interpretaciones diversas I

No sería honesto por nuestra parte que cuando hablamos de diálogo sólo nos refiramos a las aleyas que ya se han citado dejando de mencionar otros pasajes del Corán que pueden inducir a error y que los eruditos musulmanes interpretan de formas muy variadas. Algunos ulemas pertenecientes a las tradiciones literalitas los leen de manera bastante restrictiva sin dejar ningún espacio para la discusión. De seguir este enfoque, se debería dejar de considerar esos versículos para poder tener una participación sincera en el diálogo. Por tanto, podemos encontrar en el Corán aleyas que definen a los judíos y a los cristianos, aún perteneciendo a la “gente del Libro,” como kuffâr (plural de kâfir), que se ha traducido frecuentemente como “infieles” o “herejes.” Están ciertamente en estado de negación [kafara] "Han caído en incredulidad los que dicen que Al·lâh es el Ungido, hijo de Maryam." (5/17), o: "La gente del Libro que había caído en incredulidad y los asociadores..." [kafaru] (98/1). Conforme a lo que sostiene la mayoría de los eruditos que hacen lecturas literales, estas aleyas no dejan lugar a duda respecto de su destino, concretamente porque el Corán dice explícitamente: "Realmente la práctica de Adoración ante Allah es el Islam." (3/19) o: "Y quien desee otra práctica de Adoración que no sea el Islam, no le será aceptada y en la Última Vida será de los perdedores." (3/85). Otras aleyas parecen decirnos que no debemos confiar en los judíos y cristianos: "Los judíos y los cristianos no estarán satisfechos contigo hasta que no sigas sus creencias." (2/120) o que sólo los puedes considerar tus aliados en situaciones extremas: "Que los creyentes no tomen por amigos a los incrédulos en vez de a los que creen. Quien lo haga... no tendrá nada que ver con Al·lâh. A menos que sea para guardaros de ellos." (3/28). Tal avalancha de aleyas causa perplejidad y plantea preguntas sobre si se está dejando lugar para el desarrollo de cualquier tipo de diálogo, más aún cuando estos mismos eruditos explican claramente que no creen que la discusión merezca la pena a no ser que sea para convencer a la otra parte de la fuerza y verdad de nuestros argumentos. El diálogo interreligioso se convierte entonces en una invitación a nuestra verdad, una Dawa (llamada, invitación, un sermón), sin mayor significado. 

Nos encontramos aquí con el problema de los tipos de “lectura” que llevan a cabo las distintas escuelas de pensamiento islámico. La comodidad de la aproximación literal respecto de las demás es que se detiene en el significado primario del texto que, cuando se cita, parece tener un sentido inmediato y da valor al argumento. No se consideran los problemas que surgen de la lectura que toma en consideración la distancia crítica, la interpretación contextualizada, o la determinación del significado de la aleya a la luz del Mensaje como un todo. Como lector literal, lo que leo es lo que se dijo y Dios hablará a través de mí si lo que hablo emana de Su palabra. No obstante, es aconsejable tomar cada aleya por separado intentando descubrir si el enfoque literal es el más adecuado. 

Habrá que empezar por decir que la noción árabe de kufr o kâfer ha sido mal traducida muy a menudo, a parte de que muchos musulmanes en Occidente admiten usarla como insulto. Pero la palabra tiene un sentido neutral en las ciencias islámicas, y se percibe claramente a diferentes niveles. Sin llegar a detalles técnicos aquí, deberemos decir que, según la raíz el significado general de la palabra, se podría traducir como «quien niega con el corazón velado»: haciendo referencia a aquellos cuyo anhelo original por el Trascendental ha sido ahogado, velado, que los han acallado en sus corazones hasta el punto de llegar a negar la existencia del Creador. Pero kâfer puede también designar a quien niega la evidencia de la verdad, como la figura satánica de Iblis en el Corán, que sabe que Dios existe, ya que Le habla, pero se niega a obedecer: "Y cuando dijimos a los ángeles: ¡Postraos ante Adam! Se postraron todos menos Iblis que se negó, se llenó de soberbia y fue de los rebeldes." [min al-kâfirîn] (2/34). A esta habrá que añadir varios tipos de negación, kufr, que se determinan conforme a lo que se niega: a Dios, la verdad del mensaje, uno de los pilares de la fe, la naturaleza de un mandamiento particular, etcétera. Por lo que aplicar el término kâfir a judíos y cristianos en un sentido neutral se justifica con que no reconocen el Corán como el último libro revelado, y lo hacen de una manera bastante natural. Niegan [yakfurûn] la verdad del mensaje y a su profeta, pero esto no quiere decir que los podamos llamar “herejes” llegando a no reconocer su fe en Dios, pues sería una afirmación inexacta: esto tendría tan poco sentido como decir que Iblis, que pudo dialogar con el Más Alto, no creyó en Él y fue un hereje. Es algo que no respeta el entendimiento lógico ni la traducción consistente. Debemos añadir que nunca se legitima utilizar esta palabra como insulto.


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