viernes, 30 de marzo de 2012

Anclados en el trastorno de nuestras evidencias

En ocasiones hablamos de lo racistas que son algunos vecinos, compañeros de clase, conciudadanos... De todas las veces en las que algunos se cruzan con gente conocida sin que ésta responda al habitual saludo que tanto parece costar. Pues al saludarles siguen configurando la misma cara de asco e impotencia y refunfuñan maldiciones cuyos orígenes desconocían tanto "los odiadores" como "los odiados".

Las personas que denuncian habitualmente este tipo de trato desconocen el universo mental que puede inspirar la palabra "islam" o "musulmán". Según la tradición heredada, se trata de un ser que se suele excluir. Aunque en ocasiones sea envidiado, la actitud más recurrente respecto de su persona es la del combate. El musulmán o moro (ya sea morisco, turco o marroquí) alimenta desde hace siglos leyendas y fantasías. Es el blanco de las batallas—la mayoría de las veces imaginarias—del imaginario colectivo. Estas ideas obedecen, claro está, a un conjunto de circunstancia históricas que ni el moro ni su "odiador oficial" conocen. Y es un hecho que Manuel García Morente expone con acertada nitidez:

"Desde la invasión árabe el horizonte de la vida española está dominado, en efecto, por la contraposición entre el cristiano y el moro [...] lo ajeno es a la vez musulmán y extranjero. Lo propio es, pues, a la vez, cristiano y español. [...] Todavía hoy, en nuestros campos andaluces se llama moro al niño no bautizado [...] Pero amigo o enemigo, maestro o discípulo, el moro es siempre el otro—aunque convive o colabora en una misma comarca o ciudad—y es el otro en los dos sentidos inseparables de la otra religión y de la otra nacionalidad".

Por otro lado nos encontramos con un planteamiento semejante por parte de los musulmanes. Según éste todos los que no conforman ese "nosotros" o muslim se reducen convirtiéndose en meros "nesrâni" o “nsâra” (aborrecidos hermanos de la otra banda) creando otro Otro que veta a la verdadera persona que se halla tanto detrás del primero como del segundo.

Por ello, y por más informaciones con las que se siga minando la conciencia colectiva, nos damos por satisfechos con estas visiones sesgadas de una realidad cambiante en la que podremos contribuir de forma asertiva si sabemos superar las fronteras para vivir en las lindes de estas dictaduras mentales. Esto conlleva ser apátridas cuya esencia, aunque suene a oxímoron, sea la contribución como esencia de nuestra ciudadanía. Y que lo avale el sentido de una dignidad compartida y nuestros valores compartidos. Reconciliándonos con nuestra propia historia y  Ser para poder ser sujetos en la acción y no meros objetos de percepción.

Tener confianza en una, (o) misma, (o) es la forma más segura de aprender a confiar en los demás para acabar con el reconocimiento de su lugar como sujetos y hermanos de una misma humanidad. Deberemos darnos la opción de descubrir ideas más allá de las que reducen la “pertenencia” a ser miembros de una comunidad de fe o a la supuesta supremacía de cualquier ideología o ceguera colectiva. Quedándonos anclados en el trastorno de nuestras evidencias.

viernes, 24 de febrero de 2012

Examen de conciencia


Extinguimos nuestra responsabilidad cuando tomamos la tarea de señalar de manera inequívoca a los responsables de nuestra situación y establecer la tarea de combatir a “esos” nuestros opresores que saben y conocen que tenemos razón y que nos envidian por ello. Curiosa forma de proyectar nuestras dudas y miedos dejando de lado el examen de conciencia que se presenta necesario ante cualquier tipo de actos.

Era lo que elaboraba mentalmente cuando me crucé con ella. Una mujer que vive de las rentas otorgadas por esa razón moral de la que parece disfrutar por siempre por el mero hecho de haber salido "victoriosa" de alguna conversación en algún momento.

Argüía, conforme mutaba una y otra vez de tema, y aun falta de toda coherencia, lo bueno que será para mí (¡Sí utilizó un asertivo futuro!) viajar al extranjero. Un lugar mejor que la tierra de conejos en que nos hayamos ya que el Mr. Marshall de turno de aquel sitio parecía pagar a los recién llegados incluso por tirar de la cadena.

Opté por callarme ya que no se le acababan “los argumentos” a través de los que despreciaba y repudiaba a las personas con las que vivía. Pero conforme ella voceaba yo pensaba en la pertinencia o falta de ésta a la hora de ofrecer versiones de la realidad que cuestionaran semejantes posturas. Me acordé de la opinión de una persona que admiro y que siempre me decía y dice: “Habrás de decir tu opinión aunque no llegue tal y como la planteas a la otra persona”. Nos tenemos que responsabilizar de lo que pensamos y es esa misma responsabilidad la que se exige a sí misma y a quienes la portamos, el ser transmitida cuando y donde sea pertinente.

Lo más significativo del encuentro no es la mujer en sí. Pues el peligro de semejantes posturas radica en que esa señora –con su familia– repite tanto las mismas ideas y las lleva tan a cabo que termina convirtiéndose en paradigma de comportamiento para los indecisos que no cuestionan los quehaceres de sus padres sino que los intentar calcar.
¿Dónde queda nuestra contribución entonces?

Por lo que hablé. Hablé ante el afirmativo movimiento de cabeza de la señora que me indicaba que al final sólo se quedaría con el color de la prenda que me tocaba conjuntar ese día. Pero no forma parte de la responsabilidad del que habla lo que el que le escucha entienda. De ahí que me diera igual. Necesitaba hablar y decir al mundo lo que intuía que sabía pero que ocultaba adrede para seguir en ese descansado retiro mental.

Hablé de la improvisación a la hora de afrontar los problemas cuando nos damos cuenta de la situación y queremos reconocer la realidad traspasando el ideal que nos satisface.

Hablé de esa herramienta mimética por antonomasia: la que nos lleva a seguir un rumbo fijado con antelación sin preguntar por el destino o por las razones para la elección del mismo.

Hablé de la falta de autenticidad que se manifiesta en unos actos y temas consentidos por todas las conversaciones (prestaciones con las que agasaja el aparato social a los que no son nosotros; modelo del coche del hijo; dinero que gana; casa en que vive; trabajo del marido; marido de la hija; querida del marido de la amiga;…). Cuando este tipo de conversaciones se mantienen además en sitios que nos recuerdan que debemos mantenernos  conscientes de nuestros actos. Que nuestra consciencia de Él no la certifican los orgullosos encuentros que se mantienen de vez en cuando justificados por la pertenencia a un sistema de valores sólo visible en las combinaciones fijas de palabras que apadrinamos y decimos o en tapujos físicos que siguen dando un atisbo de significado a seres sin principio ni final. Seres abrazados en la misma incertidumbre.

En los encuentros con estas personas y sus semejantes, escuchaba cómo sorbían todos del cuenco de su propia suficiencia contentados entre tanto con el estado en que se encontraba.

Pero al mismo tiempo, veía cómo ansiaban comportarse como ese "otro” cuya existencia les adolecía. Ahora, al carecer de los medios y de la madurez social a la hora de imitar ciertos comportamientos catalogados a priori como característicos de aquéllos caían en el copiado de quienes consideraban enemigos en su aspecto más superficial y aparente. Convirtiéndose por sí solos y a sí mismos en una mediocre caricatura de eas personas que no les entienden.

Tenemos que contemplar siempre el escrutinio y la reexaminación de una conciencia consciente que no quede satisfecha con la articulación de ese discurso añejo y autosuficiente protagonizado casi siempre, por la jactancia de quienes lo articulan.

Si no lo hacemos, seguiremos teniendo para siempre a individuos en pleno proceso de formación, ambiguos, dicótomos y desprovistos de carácter que superponen lo viajo a nuestras nuevas realidades sin equilibrio. Buscan refugio en el “alma islámica” a través de un proceso de “islamización” para descansar esa necesaria  mente crítica. Y ¿qué necesidad habrá entonces de cuestionar la música (catalogada como anâshîd) o los canales de televisión una vez se ha establecido para siempre jamás que respetan la moral islámica? ¿Por qué nos contentamos con la posesión de una moral que no llega a tener un alcance pragmático para derivar en la necesaria ética? Desembocamos así en  la fabricación de ese mismo universo crematístico en el que moral y progreso material y técnico se confunden hasta converger en una agitación de evidencias distorsionadas. Olvidando que eso es exactamente lo que criticamos en “los otros”.

domingo, 29 de enero de 2012

Camino hacia el conocimiento de Dios: Al·Wakîl

El Atributo que vamos a abordar en este artículo nos llena de calma y tranquilidad, haciendo a cualquiera que adore a Dios Todopoderoso sentirse con el alma tranquila. Un atributo para aquietar nuestra ansiedad, depresión y temor al futuro. Se trata de Al·Wakîl (El Mejor Delegado).

¿Quién necesita de este nombre? En realidad todo el mundo lo necesita: los padres y las madres que temen el futuro y temen por sus hijos de todo lo que les rodea: los estudios, la droga, la mala compañía, las oportunidades de trabajo y por la benevolencia de éstos con ellos cuando sean ancianos.

Los jóvenes necesitan también este nombre para hacer frente a las diferentes situaciones que enfrentan, al futuro incierto, al paro, a las formas de ganar dinero, a sus relaciones, etc.

Es para cualquiera que emprende un proyecto y no desea que fracase, para cualquiera que teme por su sustento y para cualquiera que afronta un asunto difícil.

Es también un nombre para las naciones, especialmente en el momento crítico que estamos atravesando, y para cualquiera que desea hacer algo por la humanidad pero que se siente desmoralizado debido a todo cuanto nos rodea. Cada uno de nosotros tiene sus necesidades con respecto a este nombre.

Significado de Al·Wakîl "El Mejor Delegado":

Es un Atributo que presupone que hacemos lo que esté en nuestras manos (acción) para terminar diciendo: "Oh Señor en Ti he delegado [este asunto]". Pero la condición para delegarse en Él es haber hecho todo lo que está a nuestro alcance, esforzarnos al máximo para poder decir: "Oh Señor, dejo este asunto en Tus manos... Oh Señor, en Ti he puesto mi confianza".

Pero Al·lâh, Enaltecido Sea, tiene una condición si queremos delegarlo, la de desplegar y desarrollar todos nuestros esfuerzos. Otro asunto importante es acordarnos siempre del hecho de habernos delegado a Él.

En nuestra vida cotidiana, solemos tener que delegar determinados asuntos a alguien, para lo cual, nos aseguramos de que este último cumple estas tres condiciones:
1- la certeza de que nunca nos engañará, ni nos desilusionará.
2- cuenta con la experiencia.necesaria.
3- muestra interés por nosotros.

En el caso de este atributo, Al·Wakîl (El Mejor Delegado), es Él Quien nos Ofrece tomarlo como Delegado, pues en el Corán se revela: "Tomadlo como Mejor Delegado" (Corán: 73/9), a condición de cumplir con todo lo que debemos hacer. De los significados más bellos en el Corán, es que cada vez que se cita el atributo de "El Mejor Delegado", se citan también las pruebas y las evidencias del poder de Al·lâh en Su reino y en Su universo, manifestando que Él, Enaltecido Sea, es El que todo lo conoce, El Omnipotente Reparador...entonces ¿Cómo no delegar en él?

Las evidencias de esa confianza que se deposita en Él: "Y sólo Dios conoce la realidad oculta de los cielos y de la tierra: pues, todo cuanto existe retorna a Él [que es su origen]. Adoradle, pues, y poned vuestra confianza sólo en Él: porque tu Sustentador no está desatento a lo que hacéis." (Corán: 11/123). Puesto que lo que se halla en los cielos y en la tierra están en manos de Al·lâh; debemos sosegarnos, pues: "El Señor del oriente y del occidente, no hay dios sino Él; tomadlo, pues, como Mejor Delegado." (Corán: 73/9). Nuestras necesidades no podrían cubrir nunca estas superficies. Al·lâh tiene una solución para cada problema. Nos infunde con la tranquilidad moral para sustituir inquietud y la tensión de este mundo.

Ahora bien ¿qué significa la palabra Al·Wakîl (El Mejor Delegado)?
Es Quien lleva a cabo, con su piedad, los asuntos de sus siervos, no los malogra ni los abandona, tampoco se los confía a otros: "Quien se confíe a Al·lâh, Él le bastará." (65/3). Nunca nos abandonará porque Él nos basta. Cuando pronunciamos conscientemente esta oración, firmamos con sosiego el contrato de apoderamiento con Al·lâh. Disfruta de la aleya de Al·lâh, Enaltecido sea: "Pero si aquellos [que se obstinan en negar la verdad] se apartan, di: “¡Dios me basta! No hay deidad sino Él. En Él he puesto mi confianza, pues Él es el Sustentador, entronizado en augusta omnipotencia.”" (Corán: 9/129). Cuando la gente nos abandona, no debemos temer: "aquellos que fueron advertidos por la gente: "La gente se ha reunido contra vosotros; ¡ así que temedles!" --pero esto no hizo sino aumentar su fe, y dijeron: "¡Dios nos basta y que excelente protector es!" (Corán: 3/173).

Por ello el profeta SAAWS nos enseña decir siete veces por la mañana y por la tarde: "Al·lâh nos basta. No hay otro dios sino Él, a Él me confío y Él es el señor del Trono Inmenso".

Y también dice: "Quien diga al salir de su casa "En el nombre de Al·lâh, cuento con Él, no hay fuerza ni ayuda sino de Él" el Ángel le replica: «Ha sido bien guiado, bien encomendado, y bien protegido».

"¡Al·lâh nos basta! ¡Él Es el Mejor Delegado!" es lo que dijo Abraham cuando fue arrojado al fuego; es lo que dijo Moisés cuando sus compañeros le dijeron: «ciertamente nos alcanzarán»; y lo mismo dijo el Profeta SAAWS cuando se le echó de la tribu de Tâ'ef.

Observemos cómo enseña el Profeta SAAWS a Ibnu ‘Abbâs, siendo éste un niño pequeño, cuando le dice: "guarda a Al·lâh y te Guardará; guarda a Al·lâh y Lo encontrarás a tu lado; si pides, pídele a Al·lâh y si buscas refugio, búscalo en Al·lâh, y tienes que saber que si se reuniera la Umma para beneficiarte en algo, sólo te beneficiará en aquello que Al·lâh te haya destinado; y si se reúne la Umma para perjudicarte, sólo te perjudicarán en aquello que Al·lâh te haya destinado; los lápices se han detenido y las hojas se han secado" Pongámonos de acuerdo en que cuando tomados por delegado a Al·lâh, nos convertimos en los más fuertes.

A nosotros nos incumbe como adultos creer con consciencia en que Al·lâh es el Único en Quien debemos confiar sin sentir temor de nada. Esta tarea se puede llevar a cabo con un cuento, una simple historia o con todo una vida de situaciones encomendándonos a Al·Wakîl.

Tendremos que dejarnos guiar por las demostraciones tanto históricas como físicas o biológicas que se manifiestan ante nosotros personificando esta delegación. Dejando apartado ese temor incesante al futuro.

Las madres se preocupan por sus hijos obviando que cuando éstos eran fetos sus provisiones les llegaban en el útero sin que ellas hicieran nada.

Glorificaremos a Al·Wakîl "El Mejor Delegado", viviremos con las manifestaciones de esta presencia tomándole como nuestro Mejor Delegado Al·Wakîl, a fin de sentir esa deseada tranquilidad y sosiego.

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sábado, 21 de enero de 2012

Camino hacia el conocimiento de Dios: Ar·Rahîm

Para entender el significado y connotaciones de este Atributo Divino (El Muy Misericordioso) tendremos que remitirnos al artículo que se ha discutido y publicado en este sitio (Ar·Rahmân). Ambos derivan de la misma raíz (rahema) y suelen citarse seguidos. Pero conviene enfatizar la distinción que presentan y la necesitad de la existencia de ambos para entender el porqué de la apelación a uno u otro.

Las huellas de la misericordia divina se pueden apreciar en todo el universo. En esa creación que Él no deja de lado una vez se crea, sino que sustenta regida por unas normas y reglas naturales que mantienen su orden y coherencia (para más información al respecto se puede consultar el artículo de Ar·Rahmân que se enlaza al final de éste).

Pero el atributo de Ar·Rahîm (El Muy Misericordioso) tiene un sentido más particular. Este nombre hace referencia a la misericordia destinada especialmente a los hombres: "... Ciertamente, Dios es muy compasivo con los hombres, dispensador de gracia" (Corán: 22/5).

-          Vemos, por ejemplo, que el arrepentimiento es una misericordia continua y especial que Dios mantiene con el ser humano, porque posibilita ese regreso a Él, Glorificado y Enaltecido Sea, por eso encontramos a menudo en el Corán: "Al·lâh es Quien se vuelve con Su favor y es el Compasivo" (Corán: 9/104)

-          Todas las facultades que se conceden a la creación conforman una misericordia generalizada de Al·lâh -Bendecido y Enaltecido sea Su nombre-, mientras que la opción de adorarle de forma consciente se establece como una misericordia específica para el ser humano.

-          Estamos hablando de dos tipos de misericordia, una general y la otra específica. Observemos esta aleya "...y Mi misericordia abarca todas las cosas y la escribiré para los que sean temerosos..." (Corán 6/156). Al·lâh establece la unión entre estos dos tipos de misericordia (Ar·Rahmân y Ar·Rahîm) en el ejemplo que se nos otorga en estas aleyas: El Todo Misericordioso en: "y Mi misericordia abarca todas las cosas" (misericordia general), y El Muy Misericordioso en: "y la escribiré para los que sean temerosos" siendo una misericordia destinada al género humano.

Pero hay quienes siempre cuestionan semejante presencia justificándolo con las calamidades y desgracias que padecemos a lo largo de nuestras vidas. A esto se puede decir: “¿Puede, acaso, compararse a alguien a quien hemos hecho una hermosa promesa, que verá cumplida [a su resurrección] con uno al que hemos dado [todos] los goces de esta vida pero que, en el Día de la resurrección, estará entre los que habrán de comparecer [ante Nos]?” (Corán: 28/61)

También Al·lâh Dice en el hadîz Qudsî: "¡Por Mi Poder y Mi Majestad! Retengo el alma de Mi siervo creyente y quiero cubrirle con Mi misericordia. Así pues, no tomo su alma sin que le haya afligido en su dinero, en sus hijos y en sus familiares hasta que viene a mi encuentro sin pecados. Si todavía le queda algún pecado, le intensifico la agonía de la muerte hasta que viene a mi encuentro puro, igual que el día en que nació".

-          Tomemos en consideración lo relativo del término desgracia. Se trata de un suceso que tiene que ver con  el entendimiento de nuestra consideración del mundo. Cuando éste se considera desde el individuo que persigue unos intereses personales determinados, el pasar por una desgracia se presenta entonces como una calamidad insufrible e injusta.





Pero cuando se consigue relativizar ese acontecimiento dándonos cuenta de que formamos parte de un todo, de una Unidad que se rige por normas y reglas preestablecidas; conseguimos convertir la desgracia en un mero suceso detrás del que se presenta El Muy Misericordioso.



-          Después de que descendiera esta aleya: "Puede no coincidir con vuestras ilusiones --ni con las ilusiones de los seguidores de revelaciones anteriores --[que] quien obra mal será retribuido por ello y no hallará quien le proteja de Dios, ni nadie que le auxilie", (Corán: 4/123), Abû Bakr preguntó al Profeta, que los Rezos y la Paz de Al·lâh sean sobre él: “¿Cómo podemos salvarnos después de esta aleya?”. El Profeta (SAAWS) le contestó: "No debe interpretarse de esa manera. Sino que, ¿no es verdad que sufres aflicción en lo que incumbe a tus hijos? ¿No sufres en determinadas situaciones? ¿No te suceden a veces desgracias relativas a tu situación económica?". Abû Bakr contestó:Sí, Mensajero de Al·lâh’. El Profeta (SAAWS) concluyó: "Ese es el significado de “será retribuido por ello"’.
     

-          Incluso en la muerte podemos hallar la presencia del Muy Misericordioso y Cercano cuando la contemplamos desde otra perspectiva. Consideremos por ejemplo el cansancio (tanto moral como físico) que acumulamos en la vida. El Profeta (SAAWS) dice en un hadîz:

« En la agonía de la muerte, lo primero en acaecer es que se acercan unos ángeles de cara blanca, de un rostro iluminado como el sol, después se sientan cerca – en la medida que la persona cuya cuerpo ha perecido los vea – y le dan la buena nueva; luego, viene el ángel de la muerte  y se sienta cerca de su cabeza…»

Es esa cercanía del Muy Cercano que no abandona a los hombres en semejante momento. ¡Qué acompañamiento más cercano en un momento tan afligido!

Las pruebas y aflicciones que atravesamos en la vida pueden no tener otro cometido más que el que conozcamos este Atributo. El que desplacemos el centro de nuestra existencia a Él. Abandonando la desorientación de este mundo en que el nos hallamos ciegos y sordos a todo lo que nos dice la creación de Él. No se trata de descubrir los secretos sellados de nuestra existencia en un mundo que nos corroe, sino de “ver” más allá del engaño de las formas y sueños a los que damos un forzado sentido dejando de observar Su más sincera y cercana Misericordia.


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lunes, 16 de enero de 2012

Camino hacia el conocimiento de Dios: Ar·Rahmân


En este artículo intentaremos abordar, en lo que esté a nuestro limitado alcance, una de las Cualidades o Nombres con los que más solemos apelar a nuestro Creador. Es uno de los nombres más conocidos y está relacionado con Su infinita misericordia. También se cita en al-Fâtiha (la sura que abre el Libro), por lo que se repite en nuestros rezos de forma diaria. Es el consabido Ar·rahmân (El Todo Misericordioso).

El sentimiento que emerge del hecho de que Dios se haya autodefinido como El Todo Misericordioso es el de alegría. Alegría que confirman estas aleyas del Libro en las que Ar·rahmân nos dice: Di: “¡Que se alegren por [este] favor de Dios y por Su misericordia: esto es mejor que todas [las riquezas] que puedan acumular!” (Corán: 10/58) En esta aleya no se encuentra comparación entre todo cuanto los humanos puedan acumular y Su infinita misericordia, lo que debería inspirarnos alegría y regocijo.

At-tirmidhy narra un hadîz que puede personificar las dimensiones de la misericordia divina en nuestra existencia: "Cuando Al·lâh creó a Adán, el espíritu entró por su cabeza, y cuando esto ocurrió, Adán estornudó, por lo que los ángeles le dijeron: Di "Alhamdo lil·lâh" (Las alabanzas a Al·lâh). Él lo dijo y Al·lâh le respondió: Que tu Señor tenga misericordia de ti". Y ésta fue la primera palabra que Al·lâh -Enaltecido sea Su nombre- pronunció a Adán, estableciendo así esa relación misericordiosa que caracteriza el trato divino con el género humano.

La expresión, “Dios se ha prescrito a Sí mismo como ley [la misericordia]” (kataba aala nafsihi) (Corán: 6/12) aparece solamente en dos ocasiones en el Corán. En este versículo y en el 54º de esta sura. En ambos casos referida a Su misericordia (rahma); ningún otro atributo divino ha sido descrito de forma similar. La excepcional cualidad de la misericordia de Dios se destaca de nuevo en “Mi misericordia se extiende sobre todas las cosas” (Corán: 7/156) y encuentra eco en la Tradición auténtica en la que, según transmitió el Profeta, Dios dice de Sí mismo: “Ciertamente, Mi misericordia prevalece sobre Mi ira” (Bujari y Muslim).

De la misma manera, Al·lâh denominó al paraíso "misericordia": “Pero aquellos de rostros radiantes entrarán en la misericordia de Dios, para morar en ella.” (Corán 3/107).

De manera que la cualidad de misericordia (Rahma) nos acompaña a lo largo de nuestra existencia. Desde los albores de nuestra presencia hasta el sello último de ésta al entrar en Su recogimiento.

Significado

El Todo Misericordioso es un Atributo de Perfección que implica mantener una benevolencia con la creación concediéndole aquello que le agrada y repara. En este artículo nos centraremos en algunas de las maneras en que se presenta a Sí mismo en Su libro. Teniendo siempre en cuenta las palabras de Ibn ‘Arabi cuando comenta sobre el Corán: "El Corán, océano máximo, cuyo abismo es insondable porque no tiene fondo al cual se pueda llegar, ni orillas a las que arribar".

La interpretación más cercana de esta cualidad que dan los ulemas es que este nombre hace referencia a la misericordia general y completa con la creación: "Di: ¿Quién os protegerá de noche y de día del Más Misericordioso?", (Corán: 21/42). La referencia al “Todo Misericordioso” (Ar·Rahmân) en el contexto de esta aleya resalta el hecho de que Él, y sólo Él, es el protector de toda la creación.

Es un tipo de protección y benevolencia que impregna a todos los seres creados.

Para acercarnos más a este nombre podemos ver sus huellas en el universo. Los ejemplos son inabarcables pero enumeramos unos pocos para contemplación nuestra y ajena:

- Observamos Su misericordia en la división de la noche y el día: "Como parte de Su misericordia os dio la noche y el día para que en ella descansarais y en él buscarais Su favor; si pudierais agradecer." (Corán: 28/73) No podría ser de día de forma permanente, ni tampoco permanecer la oscuridad durante todo el tiempo: "Di: ¿Qué os parecería si Al·lâh hiciera que para vosotros fuera constantemente de noche hasta el Día del Levantamiento, qué dios que no fuera Al·lâh podría traeros claridad?" (Corán: 28/71).

Por Su misericordia os da tanto el día como la noche: Di: "¿Habéis considerado alguna vez [esto]: Si Dios os impusiera el día a perpetuidad, hasta el Día de la Resurrección --qué deidad aparte de Dios podría traeros [la oscuridad de] la noche, para que reposarais en ella? ¿No vais, pues, a ver [la verdad]?" (Corán: 28/72). ¿Por qué no reconocemos el milagro de una creación planificada y llena de significado?

Imaginemos por un momento que sí se hiciera de noche y de día pero que no hubiera una progresión paulatina en el acontecer del día y de la noche. Que se hiciera de día de repente y cayera la noche en un momento. ¿Qué sucedería con las criaturas? Desconocemos todos los trastornos nerviosos y las conmociones que podríamos padecer "y la noche cuando se disipa y la mañana cuando respira tenuemente" (Corán: 81/17-18).


-         Su misericordia en el establecimiento de las relaciones sociales: ¿Quién es el que ha sembrado la misericordia en los corazones de todos los padres, desde Adán incluyendo al resto de animales, hasta el Día del Levantamiento?

Desde la matriz en la que estuvimos envueltos en la máxima protección cuando éramos un mero feto en el útero de nuestras madres -denominado rahem en árabe- hasta la protección que nos otorgaron desde nuestro nacimiento y que nos acompaña a lo largo del viaje que realizamos juntos.

¿Quién inspira el acompañamiento de ese cuidado omnipotente al género humano desde que nacemos hasta que entramos en Su misericordia final?

El Profeta, que los Rezos y la Paz de Al·lâh sean sobre él, dijo hablando de la misericordia de Al·lâh para con el género humano y la creación como un todo: "Al·lâh es más misericordioso con vosotros que vuestras propias madres".

-         Otra de las infinitas formas que adquiere Su misericordia es que el funcionamiento general y básico de nuestro cuerpo no es responsabilidad nuestra. Pues se trata de cosas tan básicas, esenciales y de las que depende nuestra vida, que forma parte de Su misericordia con nosotros el no responsabilizarnos del pensar en la respiración, la digestión…

Son innumerables los ejemplos de misericordia que observamos tanto en el mundo como en nuestras propias vidas y relaciones personales. Lo que sabemos con cierta certeza es el cómo de los fenómenos atmosféricos, naturales… sabemos que nuestro cuerpo segrega endofrinas pero desconocemos los porqués de todos estos fenómenos. Detrás de cada cómo hay un por qué y detrás de ese por qué encontramos indudablemente uno de los Atributos de perfección de Al·lâh, Subhânahu wa Ta’âlâ.

Contemplar la creación es acercarse al Atributo de Perfección del Todo Misericordioso.


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